Chile. Glaciares versus oro
La opinión pública impulsa un cambio en la política
medioambiental
COMO muchos países latinoamericanos, Chile ha empezado
recientemente a preocuparse más del ambiente. Una ley
relativamente nueva les exige a los promotores de
grandes proyectos de inversión que presenten estudios
de impacto ambiental. Pero son los ministros, más que
la Comisión Nacional de Medioambiente, quienes
finalmente deciden si los proyectos pueden ejecutarse.
Esto comienza a preocupar a los chilenos y está
causando problemas a las compañías que pensaron que la
aprobación gubernamental era suficiente.
El caso más polémico involucra a una planta de
celulosa de US$700 millones abierta el año pasado
cerca de Valdivia, en el sur de Chile, por la empresa
Arauco, subsidiaria del grupo Angelini, un gran
conglomerado familiar. En enero la planta fue cerrada
durante un mes por la Comisión. Ahora ha cerrado
indefinidamente, después que las protestas públicas y
la presión de los medios de comunicación llevaron a
los funcionarios medioambientales a restringir su
permiso para operar.
La planta es más grande que lo autorizado y se
construyó al lado de un humedal protegido, en el que
descarga sus vertidos. Es como poner el inodoro en tu
sala, dice Fernando Dougnac, un abogado ambientalista.
Las protestas estallaron el año pasado cuando algunos
de los cisnes de cuello negro de los humedales, que
son especies relativamente raras, empezaron a morir y
otros volaron lejos. La empresa niega cualquier
responsabilidad por esto. Pero dos informes
independientes encontraron que los vertidos
probablemente acabaron con las plantas que servían de
alimento a los cisnes.
Un segundo caso involucra a Pascua-Lama, una mina de
oro a tajo abierto por valor de US$1.4 mil millones,
que está tratando de instalar la empresa canadiense
Barrick Gold. La mina se instalaría en la cumbre de la
cuenca hidrográfica andina entre Chile y Argentina. En
2001, Barrick obtuvo un permiso ambiental, pero
archivó el proyecto porque el precio del oro era bajo.
En diciembre último presentó de nuevo un estudio de
impacto ambiental para el proyecto (ligeramente
modificado), pero aún tiene que obtener la aprobación.
Consiguir un permiso ahora en Chile es probablemente
más difícil que en Quebec y Ontario, dice John
McDonough, el jefe de Barrick para Chile y Argentina.
Los agricultores temen que el proyecto Pascua-Lama
aumente la acidez de los ríos cuyas aguas riegan los
cultivos de uvas de exportación. Los ecologistas se
oponen al plan de Barrick de eliminar parte de tres
pequeños glaciares. Los funcionarios medioambientales
le han pedido a Barrick que instale una parte de la
mina en el subsuelo, para proteger los glaciares. Al
igual que con la planta de Valdivia, el resultado es
incierto.
Lo que está claro es que la opinión pública está
empezando a impulsar la política medioambiental. Bajo
la dictadura del General Augusto Pinochet, 1973-90,
los grupos empresariales siempre consiguieron hacer
las cosas a su manera. Ahora, un Chile democrático
está buscando un nuevo equilibrio entre el desarrollo
y el ambiente.
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Este es un blog, en el cual quiero decir todo lo que me preocupa hoy día, el calentamiento global, las desigualdades sociales y el destino de las etnias de nuestra A.L:
martes, junio 28, 2005
Pascua_Lama
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