viernes, abril 25, 2014

Los fantasmas del pasado han vuelto con una vitalidad asombrosa. Durante la campaña presidencial se hacen promesas que a veces se cumplen o a veces no. Hay alguien que dijo que el programa no es la Biblia, ni el Corán, evidente mente que no. Pero lo prometido en la campaña en necesario cumplirlo, porque no se trata solamente de promesas, sino que se trata de cambios que la sociedad exige. Este es el problema de fondo. Esto es lo que se debe discutir. El gobierno tiene en su programa, tres cuestiones fundamentales. La reforma tributaria, la reforma de la educación y el cambio de Constitución. Inmediatamente surgieron voces que clamaron a los cuatro vientos la llegada de la hecatombe, casi del fin del mundo. Dicen que todo lo construido hasta ahora se acabaría. Que la reforma tributaria traerá el fin de lo logrado hasta hoy día. Dicen que esta reforma afectara a la clase media. Los grandes empresarios sin ningún empacho declaran que están preocupados por la clase media y las pymes, sin embargo les compran la producción, pagándoles a los tres meses. Cada vez que se habla de una reforma o cambio, inmediatamente se habla de la clase media como la afectada. Aunque hay diferencias en la clase media, se habla de clase media alta; clase media media y lo que llaman hoy día eufemísticamente la clase media emergente en que los estudiosos nos ponen a casi todos los chilenos. La derecha ha gobernado el país 40 años ¿Por qué no han dictado una ley para defender a la clase media? La realidad demuestra que ha sido una consigna sin contenido real. Sólo han defendido a los poderosos y sus bolsillos. Cuando se promete una educación gratuita, pública y de calidad a cargo del Estado, han puesto el grito en el cielo, defendiendo la libertad de enseñanza. Pero si uno lee con atención los documentos que actualmente se discuten sobre educación, no encuentra nada que prohíba la educación religiosa. Estamos pues ante una mentira, lo que se plantea es que la educación sea un derecho social, un derecho humano y no un bien de consumo. Si es un derecho social el Estado es el que debe hacerse cargo de cumplirlo y de asegurarlo. Esto hoy es imposible puesto que la educación es un negocio. Lo curioso de esto es que algunos se aprovechan del Estado, para levantar universidades, colegios y escuelas que son pagadas. Contra esto reclaman los estudiantes, trabajadores, y padres. La Presidenta Bachelet al presentar estos proyectos cumplir con esta urgente necesidad de la sociedad chilena. La derecha habla de que los inversionistas se irán del país, habrá inflación, se perderán puesto de trabajo, un caos, En verdad se le subirá los impuestos a los grandes empresarios, se eliminará con el FUT. Se trata de reunir U$8.200.000 para llevar adelante la reforma de la educación y mejorar la atención en salud. El país no cuenta con especialistas en las postas ni en hospitales. En mis tiempos había un señor que cada cierto tiempo vaticinaba calamidades, el famoso Muñoz Ferrada, que anunciaba terremotos de vez en cuando, creando un clima de miedo, incertidumbre. Así actúa hoy la derecha anunciando calamidades junto a falsos profetas. Están asustados, los que ganan más deben pagar más. Ellos han hecho las leyes de tal manera que tienen mil formas de eludir el pago de impuesto, esta reforma tributaria terminará algunos de sus privilegios y el país iniciará el camino para terminar con la gigantesca desigualdad social que tenemos hoy día. Nada de lo que dicen es verdad, se puede decir cualquier cosa, insultarlos, a los poderosos y ellos no lo tomaron en cuenta, pero si se trata de sacarles dinero, de que paguen impuestos, entonces se volverán furiosos e implacables enemigos de la reforma, de toda reforma. Sin embargo los cambios vienen, es necesario movilizarse, exigir que se cumpla el programa.

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La derecha y sus cuentos